Hace poco que reseñamos Lágrimas de Cera, un título editado por Insomnia Ediciones que contiene una historia muy triste sobre el famoso atentado del 11M. Hoy tenemos como invitada especial a su autora, Ariadna Espino, a la que damos una calurosa bienvenida a nuestro blog.
Ariadna, estamos encantados de tenerte aquí. Ponte cómoda que estás en tu casa.
¡Gracias! ¡Yo también estoy encantada de estar aquí!
¿Por qué decidiste escribir sobre el 11M?
Era un tema que tenía pendiente desde hace mucho.
Cuando sucedió el atentado, mucha gente de mi barrio seguía en él. Muchos estaban, o yendo a alguno de los colegios cercanos, o en casa, porque afortunadamente hubo huelga de universitarios aquel día. Yo no. Y de algún modo, durante muchos meses, me persiguió esa ausencia. Me sentía muy culpable. También me sentía lejos, ajena de algún modo a lo que estaba viviendo todo el mundo a mi alrededor. Así que quería rellenar huecos, necesitaba encajar las piezas de todo lo que se había roto aquel día. ¿Sabéis esos dibujos que les dan a los niños de preescolar que consisten en unir puntos numerados? Puntos flotando en mitad de una hoja en blanco, es exactamente así como sentí el atentado. Durante mucho tiempo he sabido que llegaría el día en que tendría que empuñar el lápiz y empezar a unirlos.
¿Contaste con el testimonio de alguna víctima o alguien que perdió algún familiar?
En aquellos días, sí. Había historias por todas partes, todos teníamos una. Nadie parecía ser capaz de hablar de otra cosa. Ahora sobre todo me vienen a la cabeza un par de personas, ajenas al barrio, que tuvieron la mala suerte de estar en el tren cuando explotó. Una de ellas estaba contando su experiencia a una amiga, las dos sentadas enfrente de mí en el tren, creo recordar. Fue unos días después del atentado. Y yo me quedé callada escuchando. Pensé que tendría que haber sido yo.
Creo que nadie sabía muy bien cómo gestionar tanta pérdida.
Por supuesto, también hubo vecinos, conocidos, niños llorando en el patio del instituto del barrio porque habían perdido a sus padres. En aquel entonces no todo el mundo tenía móvil, y daba miedo preguntarse si no venían a recogerte porque Madrid estaba patas arriba o porque algo les había pasado.
Al escribir la novela he querido retratar las experiencias de los personajes como las que se vivieron aquellos días. No quería inspirarme en testimonios más recientes porque el tiempo da otra perspectiva de las cosas. Quiero que leer la novela sea como trasladarse de vuelta a 2004.
¿Qué recuerdas que estabas haciendo cuando te enteraste del atentado del 11M?
Estaba en clase (estudiaba bastante lejos de casa). Aquel día, mi madre, mi prima y yo habíamos salido muy temprano y cogimos el autobús en vez del tren para poder ir sentadas durante el trayecto.
Recuerdo que mis amigos me avisaron. Muchos lo habían oído en la radio del coche cuando venían de camino al instituto. Querían saber si estaba bien, me llamaron a gritos, irrumpieron como locos en clase. No habíamos cumplido aún los trece años. Ellos estaban muy asustados, yo no me lo creía. Al principio pensé que sería un coche bomba, luego me enteré de lo que había pasado. Nada tenía sentido.
¿Qué director de cine te gustaría que adaptara Lágrimas de Cera a la gran pantalla?
Uhm. Esta pregunta es difícil.
Creo que Isabel Coixet, porque suele retratar la soledad en sus películas y los intentos desesperados de los personajes por comunicarse (y cómo estos fracasan). Mis personajes en esta novela están muy solos, muy perdidos, muy encerrados dentro de sí mismos. No son capaces de encontrar las palabras correctas y llegar al otro. Y cuando sí se sienten conectados con otras personas, o es un espejismo, o sienten que no lo merecen.
Además, por lo que he visto, Coixet también suele tratar temas como la culpa o la responsabilidad, que tienen también mucho peso en Lágrimas de Cera.
Teniendo en cuenta que algunos capítulos se llaman Cassette, damos por hecho que te gusta la música. ¿Puedes decirnos qué tipo de música o canciones escuchaste mientras escribías Lágrimas de Cera o te sirvieron de inspiración?
Intenté escuchar lo que yo escuchaba en 2004, buscaba una inmersión total en aquellos días. Por ejemplo, La oreja de Van Gogh (Lo que te conté mientras te hacías la dormida), El Canto del Loco (Estados de ánimo), el segundo disco de Álex Ubago, David Bisbal, Fran Perea, Paulina Rubio, Shakira, Avril Lavigne…
¿Qué opinas sobre el mundo editorial actual? ¿Te parece complicado conseguir publicar?
Creo que ahora hay más opciones. Internet ha abierto muchos caminos y ya no es necesario para las editoriales depender siempre de distribuidora, además de que si se gestionan bien las redes sociales se reducen muchísimo los costes de marketing. Esto hace que haya más editoriales independientes, que suelen estar más dispuestas a arriesgar con autores noveles. Todo esto sin contar con la autopublicación, claro… Me parece que en general el panorama ha mejorado mucho para los nuevos autores. Además se publica muchísimo. Es importante formarse y esforzarse por mejorar, pero tal y como están las cosas, publicar se ha convertido en una meta mucho más alcanzable de lo que solía ser.
¿Te planteaste en algún momento que tu novela fuera más larga?
Normalmente mis historias duran lo que tienen que durar: lo que me pide la propia historia para transmitir lo que quiero contar. Sin embargo, este es un caso especial. Tenía muy claro que quería intentar que la novela tuviera 192 páginas, así que me tocó sacar la tijera.
¿Te has basado en alguien real para inspirarte en alguno de tus personajes?
Milenka está inspirada en una persona a la que admiro mucho, en el sentido de que tienen una actitud similar ante ciertos temas.
Ángeles está basada en la persona que durante muchos años fue asistenta en mi casa (hasta que se jubiló), y la escena en la que explota el tren es muy similar a cómo la vivió ella.
Las tres hermanas en las que se centra la novela no están basadas en nadie, pero para escribir sobre ellas a cada una le he dado algo mío. A Irati, mis pesadillas; a Nagore, mi carácter a esa edad; a Arantxa, mis recuerdos del 11M. Curiosamente, el resultado final de las tres no se parece mucho a mí, pero me ha ayudado a plasmar su relación porque ya les había dado una conexión entre ellas: de cierta manera, ¡son mis hijas!
¿Tienes más obras publicadas? ¿Estás escribiendo algún nuevo libro?
Sí, mi primera novela fue No Hay Besos Sin Hierbabuena, publicada con Escarlata Ediciones. También he ganado algún premio de poesía.
Ahora mismo estoy centrada en dos historias. Una novela de fantasía urbana de sirenas y una novela corta de romance sáfico muy fluff. Con las dos pretendo tratar las dos caras de la moneda de un mismo tema.
Ahora hablemos de la escritura. ¿Para ti la escritura es un hobby o te gustaría dedicarte en exclusiva a ello?
No es un hobby, pero no creo que me gustara dedicarme en exclusiva a ello. Es más bien un trabajo a tiempo parcial. Sencillamente lo compagino con otro trabajo y de ese modo no hago que mis ingresos dependan de mi creatividad. Para mi salud mental es mejor, creo.
¿Cuál es tu libro y autor favorito?
Ah, esta pregunta también es complicada. Tengo muchos autores y libros favoritos. También hay escritores que, si bien no entran entre mis favoritos, creo que escriben incluso mejor.
En fin, los que más me gustan: Arundhati Roy, Angela Carter, Kenzaburo Oé, Cormac McCarthy, Ryu Murakami, Ian McEwan, Louise Glück, Lorca y Salinger (os dije que había muchos, pero en realidad me estoy dejando a más de uno en el tintero).
En cuanto a los libros me voy a decantar por dos: Poeta en Nueva York y El Señor de los Anillos. En cierto sentido ambos me hacen sentir en casa.
¿Puedes contarnos alguna curiosidad o anécdota sobre Lágrimas de Cera o su proceso de escritura?
Le dije a un amigo que iba a escribir esta historia y se presentó en mi casa con los recortes de periódico que había recogido aquellos días. Una carpeta entera llena de ellos. Fue reconfortante saber que no era la única que había llevado tantas historias dentro de mí.
Además, cuando se publicó la novela, escribí un hilo en Twitter hablando de ella y de cómo había sido ese día para mí. Me contestó gente contándome cómo lo habían vivido ellos, dónde estaban, si perdieron a alguien. Fue poderoso, en cierto sentido.
¿Sabes si alguna víctima del 11M o uno de sus familiares directos han leído tu libro?
¡La verdad es que no lo sé! Creo que al ser novela juvenil es menos probable, quizás, que la haya leído una víctima del atentado: han pasado muchos años. Tampoco sé hasta qué punto alguien con una implicación tan directa en la tragedia querría revivir un episodio tan doloroso.
Cuando leemos un libro, aprendemos. Y ahora te toca a ti responder como autora, ¿qué has aprendido escribiéndolo?
Que hay que cerrar capítulos. Hay que enfrentarse a las cosas, asumirlas y ponerles punto y final. Lo que pasó aquel día, lo que vivieron mis amigos, mis vecinos, todo mi barrio, siempre vendrá conmigo. Pero ya no se sentirá como una herida abierta.
La portada de Lágrimas de cera contiene flores. ¿Con qué flor relacionarías tu libro?
Las amapolas. No solo son flores rojas, que es un color que siempre me lleva de vuelta al día de los atentados (el color del Cercanías, ¡el de tantas velas!), sino que además, cuando coges el tren desde Atocha y te vas acercando al barrio, está todo lleno de descampados amarillos, de tierra de nadie, que en primavera se cubre de amapolas. Las asocio al tren, las asocio al barrio, las asocio al 11M, las asocio a mis protagonistas. Crecen donde nadie espera que crezca nada.
¿Por qué lo titulaste Lágrimas de Cera?
Las lágrimas de cera son las gotas que caían de los millones de velas que cubrieron Madrid los días después del 11M. Parecía que hasta las velas lloraran. Es una imagen que me recordó este amigo que mencionaba antes, y es importante en la novela porque está relacionado con el momento de crecimiento de una de las protagonistas.
¿Piensas que hay más escritores que lectores?
No creo. Para escribir hay que leer, igual que para componer hay que escuchar música. No solo alimentas tu creatividad, sino que mejoras tu técnica. Así que creo que hay menos escritores que lectores, pero también creo que hay cada vez más escritores.
¿Hay alguien en especial que te gustaría que leyera tu libro?
…
¿Isabel Coixet?
Fuera de broma, pienso que a veces necesitamos leer ciertos libros. Algunos llegan a nosotros y era justo lo que nos estaba pidiendo el alma. Me gustaría que Lágrimas de Cera llegara a quien lo estuviera llamando sin palabras, sin saberlo.
Y cerramos nuestra entrevista a Ariadna Espino reiterando nuestro agradecimiento. Muchísimas gracias por venir, de verdad. Ha sido un placer.
¡Muchas gracias por todo! Han sido unas preguntas muy interesantes y he estado encantada de comentarlas. ¡Espero que podamos coincidir en otra ocasión!
Te deseamos, de corazón, que tengas éxito en todos tus proyectos. ¡Un abrazo enorme!
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